Platicaba con un amigo el otro día, que no me gustaba salir.
En ese momento dije que no, pero ahora lo pienso y dudo que esa sea un respuesta correcta y definitiva.
Me gusta salir, me gusta conocer nuevos lugares, esta es la nueva yo… a la nueva yo le gusta salir, hasta estoy pensando pedir unos días permiso he irme de “campamento” con Caro a San Luis, me han dicho tanto de ese lugar y que lo han hecho imaginar tan hermoso a través de un libro que leí que me han entrado ganas tremendas de ir.
No se cuando pueda quizás hasta la boda pero espero poder ir algún día y coserme con los calores infernales que haya hacen. Será una buena experiencia, lo se, casi puedo estar segura, pero… bueno los peros no importan.
Recuerdo mucho una salida que hicimos en familia a visitar a unos amigos que mi padre tiene en Tlapa Guerrero, no recuerdo todo el recorrido y no recuerdo cuantos años tenia, solo recuerdo algunas cosas en especifico, recuerdo, un riachuelo, por lo menos así se veía desde la autopista en la que estábamos, pensando en eso, una cosas me hace pensar en la otra, la canción “Tren al Sur” de los prisioneros de chile, me recuerda esa salida y la salida me recuerda la canción.
Creo que esto va más allá, quizás sea que estando lejos del lugar en que crecí, lo añoro y deseo volver, no permitiéndome estar en paz en otro lado…
Volviendo a lo del riachuelo, transitaba entre una tierra árida que parecía desierto, mientras el camión avanzaba podía seguir el curso de aquel agente de agua, de pronto como en una bella historia de la naturaleza hecha realidad, entraba a través de dos hileras de palmeras o por lo menos eso es lo que pensaba y aun pienso que eran, bellas verdes como nunca había visto un verde y me quede pasmada hasta que ya no pude verla mas, esa imagen me dejo fascinada, tanto que hasta ahora lo recuerdo. Y un árbol de cuchillitos, como yo los conocí desde niña, que había en la casa de las personas con las que llegamos, recuerdo tmb esas calles áridas y polvosas que me causaban una enorme sensación de sed.
De esta última vez que salí lejos de casa recuerdo que por Toluca antes de entrar a la autopista o carretera que nos llevaría a nuestro destino, en la zona industrial de Toluca, había un camino de sauces llorones, encantadores, cortados a la perfección para que ningún camión o transporte alto de cualquier tipo se atorara con las ramas. Las curvas vertiginosas del camino y lo enormes arboles que se elevaban desde la barranca hasta mas arriba de lo que podía ser creíble para mi, alguien que siempre ha visto arboles de tamaño normal.
La fascinación de ver la intensidad con la que brillaban las estrellas en la noche que nos todo quedarnos allá y ver a los insectos estrellarse una y otra vez con el único foco que alumbraba el patio de la familia que nos recibió en su hogar, ver que somos tan insignificantes en este enorme y fascinante mundo, en medio de la nada.
Eso si fue fantabuloso!!!
Esta ultima vez o sea ayer, pues me la pase metida en el agua helada del riachuelo hecho presita que mi papa hizo para una razon en especifico ademas de servir de alberca despues del suceso, el asunto estuvo en que el sol estuvo tan bueno con lo helada del agua que creo que me pase de tueste y estoy toda rostizada, mis bracitos y mi cara, parezco jitomate, pero bueno, no me arrepiento, solo me quejo: ¡¡¡Mi cara, mis brazos!!!
Lo que pasa es que no puedo ni gesticular... mmmm.... auch!!! Me arde la cara y no precisamente de vergüenza...
¡¡¡Fue genial, extrañaba aquellos parajes de transfiguración!!!