– Las historias de amor nunca terminan bien, ¿cierto? –
– ¿Por qué lo dices? – pregunto besándole el cabello
– Solo decía… y pensaba que quizá esta no sea la excepción – dijo llevándose la mano a la mejilla para retirar una lagrima que la delataría
– ¿De que rayos estas hablando? Yo te quiero, tu me quieres, ahora estamos juntos ¿no es verdad? –
– Claro, pero quien me puede garantizar que mañana no tendrás que irte, o simplemente que mañana yo no despierte, inevitablemente alguien terminara sufriendo por culpa del otro, ¿no lo crees? –
– ¿Y esas ideas tan pesimistas? –
– Es que no quiero perderte, no quiero sufrir por ti, no quiero que me hagas llorar, quiero que contigo todo sea distinto –
– Yo nunca te voy a dejar sola –
– ¿Puedes prometerlo y cumplirlo? –
– Por supuesto, puedo hacerlo –
– Quiero confiar en tu palabra, quiero confiar en tu amor… y lo hago, pero no puedo confiar en el tiempo, ni en las circunstancias –
– Creo que si los dos nos esforzamos, podemos conseguir que nuestro amor sea eterno… –
– Esas palabras se escuchan tan huecas –
– Pero yo quiero creer que son verdad y que la eternidad existe –
– A que vienen esas frases tan cursis, tú nunca has sido así –
– Pero, si tu estas triste, lo mejor que puedo hacer, es estar a tu lado y darte ánimos, y amarte por sobre todo, ¿no es así? –
– Vaya, nunca lo hubiera imaginado de ti, y créeme que decirlo es difícil –
Lo beso, casi siempre sus conversaciones terminaban así, eso era lo que ella hacia cuando quería dejar de hablar de un tema, un alma atormentada por la cruel vía de la vida misma, eso se encerraba dentro de ella, y se preguntaba incesantemente si de verdad tanta felicidad la tenia merecida, o era el infame destino que jugaba con su corazón, la ubicuidad de los sentimientos que la gobernaban no le permitían ver con claridad la realidad, por eso el destino se reía de ella, continuamente esto pasaba, cuando creía que lo tenia todo, de pronto se lo arrebataban dejándola descolocada
– Yo voy a luchar por ti –
– ¿Te gustan estas mañanas invernales no es cierto? –
– Si y lo sabes perfectamente –
– Si, perfectamente –
Después de tres años de relación, lo razonable era que se conocieran bien, aunque había veces que ella, atónita por el comportamiento, que él algunas veces tenia, bajaba la mirada y una risa insolente escapaba de sus labios y en sus interior retumbaba una frase: “Aun no lo conozco del todo” entonces ella reaccionaba de una manera, que se decía así misma, tenia que ser diferente a las que siempre tenia, (él también tenia que darse cuenta que no la conocía como a la palma de su mano) y en sus intentos patéticos, él solo sonreía y se limitaba a darle un beso en la frente y le decía
– Comprendo, debe ser difícil para ti, lo siento –
Conocía bien ese tipo de derrota. Nunca podría superarlo en eses aspecto, ella era demasiado predecible, demasiado simple, demasiado transparente, tanto que a veces parecía que él podía leer su mente, entonces lo tomaba del brazo, como símbolo de que había aceptado sumisa la derrota y se marchaban, así era, así había sido desde el principio, desde aquel soleado día de verano en que la había encontrado sentada en medio de un campo repleto de mirasoles, con el pelo medio enmarañado por el viento y húmedo por el roció que las flores habían guardado de la noche anterior mientras llovía, él sabia que decir con el solo hecho de verla ahí, sabia que había una razón para haberse sentado ahí, para haberse quedado ahí, sabia que mínimo había estado una hora sentada esperando una ilusión.
Él lo sabia bien… en algún lado lo había escuchado: “El amor es cuestión de estar en el momento justo”
Su vida había estado llena de esa clase de momentos, pero hasta ahora realmente alguien le importaba de verdad, hasta ahora había sido solo un juego el utilizar esa clase de oportunidades en su beneficio. Hasta ahora no la había conocido…
Esto se había traducido en una relación basada en momentos, oportunidades, fugaces chispazos de luz que de pronto le daban sentido a todo, traduciendo esto a su vez, en una relación de tres años, que lo habían hecho darse cuenta que por ella, sacaría todo el potencial que había guardado desde hacia mucho tiempo, sabia que esa persona era la indicada y sabia que ella lo necesitaba, se había prometido así mismo, nunca dejar que nada la lastimara, nada, ni nadie… sin darse cuenta de que en verdad era él, el mayor peligro para ella.
– ¿Por qué lo dices? – pregunto besándole el cabello
– Solo decía… y pensaba que quizá esta no sea la excepción – dijo llevándose la mano a la mejilla para retirar una lagrima que la delataría
– ¿De que rayos estas hablando? Yo te quiero, tu me quieres, ahora estamos juntos ¿no es verdad? –
– Claro, pero quien me puede garantizar que mañana no tendrás que irte, o simplemente que mañana yo no despierte, inevitablemente alguien terminara sufriendo por culpa del otro, ¿no lo crees? –
– ¿Y esas ideas tan pesimistas? –
– Es que no quiero perderte, no quiero sufrir por ti, no quiero que me hagas llorar, quiero que contigo todo sea distinto –
– Yo nunca te voy a dejar sola –
– ¿Puedes prometerlo y cumplirlo? –
– Por supuesto, puedo hacerlo –
– Quiero confiar en tu palabra, quiero confiar en tu amor… y lo hago, pero no puedo confiar en el tiempo, ni en las circunstancias –
– Creo que si los dos nos esforzamos, podemos conseguir que nuestro amor sea eterno… –
– Esas palabras se escuchan tan huecas –
– Pero yo quiero creer que son verdad y que la eternidad existe –
– A que vienen esas frases tan cursis, tú nunca has sido así –
– Pero, si tu estas triste, lo mejor que puedo hacer, es estar a tu lado y darte ánimos, y amarte por sobre todo, ¿no es así? –
– Vaya, nunca lo hubiera imaginado de ti, y créeme que decirlo es difícil –
Lo beso, casi siempre sus conversaciones terminaban así, eso era lo que ella hacia cuando quería dejar de hablar de un tema, un alma atormentada por la cruel vía de la vida misma, eso se encerraba dentro de ella, y se preguntaba incesantemente si de verdad tanta felicidad la tenia merecida, o era el infame destino que jugaba con su corazón, la ubicuidad de los sentimientos que la gobernaban no le permitían ver con claridad la realidad, por eso el destino se reía de ella, continuamente esto pasaba, cuando creía que lo tenia todo, de pronto se lo arrebataban dejándola descolocada
– Yo voy a luchar por ti –
– ¿Te gustan estas mañanas invernales no es cierto? –
– Si y lo sabes perfectamente –
– Si, perfectamente –
Después de tres años de relación, lo razonable era que se conocieran bien, aunque había veces que ella, atónita por el comportamiento, que él algunas veces tenia, bajaba la mirada y una risa insolente escapaba de sus labios y en sus interior retumbaba una frase: “Aun no lo conozco del todo” entonces ella reaccionaba de una manera, que se decía así misma, tenia que ser diferente a las que siempre tenia, (él también tenia que darse cuenta que no la conocía como a la palma de su mano) y en sus intentos patéticos, él solo sonreía y se limitaba a darle un beso en la frente y le decía
– Comprendo, debe ser difícil para ti, lo siento –
Conocía bien ese tipo de derrota. Nunca podría superarlo en eses aspecto, ella era demasiado predecible, demasiado simple, demasiado transparente, tanto que a veces parecía que él podía leer su mente, entonces lo tomaba del brazo, como símbolo de que había aceptado sumisa la derrota y se marchaban, así era, así había sido desde el principio, desde aquel soleado día de verano en que la había encontrado sentada en medio de un campo repleto de mirasoles, con el pelo medio enmarañado por el viento y húmedo por el roció que las flores habían guardado de la noche anterior mientras llovía, él sabia que decir con el solo hecho de verla ahí, sabia que había una razón para haberse sentado ahí, para haberse quedado ahí, sabia que mínimo había estado una hora sentada esperando una ilusión.
Él lo sabia bien… en algún lado lo había escuchado: “El amor es cuestión de estar en el momento justo”
Su vida había estado llena de esa clase de momentos, pero hasta ahora realmente alguien le importaba de verdad, hasta ahora había sido solo un juego el utilizar esa clase de oportunidades en su beneficio. Hasta ahora no la había conocido…
Esto se había traducido en una relación basada en momentos, oportunidades, fugaces chispazos de luz que de pronto le daban sentido a todo, traduciendo esto a su vez, en una relación de tres años, que lo habían hecho darse cuenta que por ella, sacaría todo el potencial que había guardado desde hacia mucho tiempo, sabia que esa persona era la indicada y sabia que ella lo necesitaba, se había prometido así mismo, nunca dejar que nada la lastimara, nada, ni nadie… sin darse cuenta de que en verdad era él, el mayor peligro para ella.
1 comentario:
Mhmm!, tambien este estuvo como me dijiste tu, delicioso...
se nota un estilo mas profundo, que abarca mas detalles.
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